lunes, 22 de mayo de 2017

VIERNES SANTO 
Las tinieblas de la Soledad 

La Archicofradia de los Dolores sale de San Juan en un silencio sólo roto por las piezas de capilla musical, las Saetas y los cánticos que las hermanitas de la Cruz dedican al Cristo de la Redención y la Virgen de los Dolores. Cordero de Dios sobre los siete sellos del Apocalipsis, redentor del género humano es el Señor de la Redención, y, su madre, pura y limpia, llora de dolor, y de dolor llora, bajo el palio de cajón burdeos, arrastra su manto azul con el que subió al calvario.

El Cristo Yacente en su mortaja baja el Monte Calvario hasta la Basílica de la Victoria desde donde partirá la procesión hasta el centro de la ciudad, y donde La Virgen de Fe y Consuelo que asiste llorosa al amortajamiento de Su hijo y Santa María del Monte Calvario consolidada por San Juan, son cobijadas en la Santa Iglesia Catedral Basílica de la Encarnación. La señora del Calvario, Vigía de nuestra Fe, vuelve a la Victoria y en su Basílica, permanecerá una semana más.

La neomudéjar Plaza de Toros de La Malsgueta, es testigo del Descendimiento de Cristo, así como lo es su madre la Virgen del Santo Sudsrio, las palmeras y toda la flora subtropical del Parque de Málaga. Los edificios historicistas de la ciudad atestiguan el sexto dolor de María. 
En la noche, la Virgen de las Angustias llega hasta la fuente de las Tres Gracias, en una Oración de Silencio, mirando de frente al mar y cubriendo sus espaldas la Alcazaba y Gibralfsro. El tu Dulce mirada de Angustia, en tu gozo y en esperanza se refugia toda La Malagueta.

La trinitaria torre de San  Pablo divisa como Jesús es trasladado por los Santos Varones del Golgota hacia el sepulcro. Jesús se balancea mientras  los peseteros del trono perfumado las calles con olor a incienso, abiertas antes paso por la Guardia romana típica de la Hermandad. Por el Puente de la Aurora va sola la Soledad de San Pablo, y sólo está el madero con el sumario. Mira al cielo la Virgen de la Soledad, quizás exclama con dolor, le tengan compasión.

Amor sobraba a Jesús, que amó a nuestro humano género de tal forma que dio su vida por nuestra salvación, Amor, es el sentimiento que entre los victorianos y malagueños deja este dulce crucificado, más, la dolorosa madre que al pie de la Cruz también llena de amor esta, ha sido traspasado su corazón maternal dándonos para nuestra remision a lo más preciado que persona posee, su hijo. Y llena de Caridad está María, exultante en su trono barroco catedralicio, aquella mujer que sintió caridad en las bodas de Caná, es medida con amor agustiniano con el Ubi Charitas, la Caridad Agustina y victoriana, reina hoy en Málaga, tal que por Málaga, la Caridad.

La Cruz del Molinillo contempla absorta a María acunando a su hijo, no un infante, más de treinta años tiene, esta herido, y ha muerto. Maria ya no tiene lágrimas con que llorar, acaricia la cabeza de su hijo y mira al infinito. Piedad piden para ti, piedad piden para las madres que acudan en su regazo un hijo sin vida, hoy señora, Málaga siente, Adoración por tu Piedad.

El obelisco de la Plaza de la Merced, monumento funerario, recibe llegado de Alcazabilla a Cristo Muerto. El Catafalco de Moreno Carbonero frente al obelisco que entierra a Torrijos.
Cristo ha muerto, descansa en el Santo Sepulcro, una roca lo sella. Huidos están los apóstoles, menos aquel a quien amaba Jesús, y su madre y las Santas mujeres, que ansían llegue el domingo para perfumes su cuerpo, mientras Maria está acompañada por su nuevo hijo Juan, por las Santas mujeres, pero esta sola en espíritu aún, el teatro romano la vio bajo un brillante palio de malla bordada, la Abadía del cister donde es su casa todo el año, la ve pasar con un manto negro bordado en oro. El Palacio de la Aduana la ve con joyas ráfaga y trono de orfebrería. ¿Es que Málaga, Señora, te agasaja de tal forma? Sí, la Soledad de María ante el Santo sepulcro es la Soledad cirterciense que Málaga mítiga al acudir a Santa Ana y acompañarte en su Soledad.

San Felipe Neri queda a oscuras, nazarenos sin capirotes y arrastrando la cola de su hábito, se disponen a rezar la corona dolorosa en la procesión de la Virgen de los Dolores.
Maria, esta rota de dolor, corre por Jerusalén visitando los lugares donde fue maltratado su hijo, en la calle de la amargura, recoge sangre de su hijo, y hace balance por los siete momentos más angustiosos de su vida, cuando Simeón le predijo que una espada le atravesará el alma, la que sentía ahora, cuando hubo de huir a Egipto, cuando perdió a Jesús en Jerusalén, y los de las últimas horas, ver a su hijo cargar la Cruz, verlo crucificar, bajarlo de la Cruz y sentirlo ya muerto y finalmente sepultarlo. Los malagueños son siervos de María Santísima de los Dolores, y apagan la luz a su paso, nada debe costearse más a María. Regresa a San Felipe con la esperanza puesta en las promesas de sus hijo, mira al cielo, llora, y a solas queda.